Purgatorio: Canto II


Antepurgatorio. Isleta
El ángel nauta, almas que llegan, Casella, Catón de nuevo

Al salir el sol, llega desde alta mar una barquilla impulsada por un ángel, que viene desde el Tíber, punto de partida de las almas del purgatorio. Las almas, toman tierra y se asombran al ver que el Dante no es un muerto. Una de las sombras, hábil músico que había conocido al Dante en vida, se acerca a éste y se entabla un coloquio. Casella narra su viaje y canta una canción amorosa del poeta. Mientras los dos poetas y las demás sombras oyen a Casella, aparece Catón, y les reprocha ese olvido. El grupo se dispersa y los poetas corren al monte.





El ángel timonel - vv. 1-51

Ya había el sol llegado al horizonte
que cubre con su cerco meridiano
Jerusalén en su más alto punto; 3

y la noche, que a él opuesta gira,
del Ganges se salía con aquellas
balanzas, que le caen cuando ha triunfado; 6[L415]

tal que la blanca y sonrosada cara,
donde yo estaba, de la bella Aurora
mientras crecía se tornaba de oro. 9

A la orilla del mar nos encontrábamos,
como aquel que pensara su camino,
que va en corazón y en cuerpo se queda. 12

Y entonces, cual del alba sorprendido,
por el denso vapor Marte enrojece
sobre el lecho del mar por el poniente, 15

tal se me apareció, y así aún la viera,
una luz que en el mar tan rauda iba,
que al suyo ningún vuelo se parece. 18

Y separando de ella unos instantes
los ojos, a mi guía preguntando,
la vi de nuevo más luciente y grande. 21

Apareció después a cada lado
un no sabía qué blanco, y debajo
poco a poco otra cosa también blanca. 24

Nada el maestro aún había dicho,
cuando vi que eran alas lo primero;
y cuando supo quién era el piloto, 27

me gritó: « Dobla, dobla las rodillas.
Mira el ángel de Dios: junta las manos,
verás a muchos de estos oficiales. 30

Ve que desdeña los humanos medios,
y no quiere más remo ni más velas
entre orillas remotas, que sus alas. 33

Mira cómo las alza hacia los cielos
moviendo el aire con eternas plumas,
que cual mortal cabello no se mudan.» 36

Después al acercarse más y más
el pájaro divino, era más claro:
y pues de cerca no lo soportaban 39

los ojos, me incliné, y llegó a la orilla
con una barca tan ligera y ágil,
que parecía no cortar el agua. 42

A popa estaba el celestial barquero,
cual si la beatitud llevara escrita;
y dentro había más de cien espíritus. 45

«In exitu Israel de Aegipto» 46[L416]
cantaban todos juntos a una voz,
y todo lo que sigue de aquel salmo. 48

Después les hizo el signo de la cruz;
y todos se lanzaron a la playa:
y él se marchó tan veloz como vino. 51


Las almas de los penitentes - vv. 52-75 

La turba que quedó, muy sorprendida
pareció del lugar, mirando en torno
como aquel que contempla cosas nuevas. 54

De todas partes asaeteaba al día
el sol, que había echado con sus flechas
de la mitad del cielo a Capricornio, 57

cuando la nueva gente alzó la cara
a nosotros, diciendo: «Si sabéis,
mostradnos el camino que va al monte.» 60

Y respondió Virgilio: « Estáis pensando
que este sitio nosotros conocemos;
mas peregrinos somos de igual forma. 63

Llegamos poco antes que vosotros,
por camino tan áspero y tan fuerte,
que ahora el subir parece un simple juego.» 66

Las almas que se dieron cuenta entonces
por mi respiración, de que vivía,
maravilladas, empalidecieron. 69

Y como al mensajero que el olivo
trae, va la gente para oír noticias,
y de apretarse esquivos no se muestran, 72

así a mi vista se agolparon todas
aquellas almas apesadumbradas,
casi olvidando el ir a hacerse bellas. 75[L417]


El encuentro con su amigo Casella - vv. 76-117

Y yo vi que una de ellas se acercaba  76[L418]
para abrazarme, con tan grande afecto,
que me movió a que hiciese yo lo mismo. 78

¡Ah vanas sombras, salvo la apariencia!
tres veces por detrás pasé mis brazos,
y tantas otras los volví a mi pecho. 81

Creo que enrojecí, maravillado,
y sonrió la sombra y se alejaba,
y yo me fui detrás para seguirla. 84

Suavemente me dijo que parase;
supe entonces quién era, y le rogué
que, para hablarme, allí se detuviera. 87

«Así ‑me respondió‑ como te amaba
en el cuerpo mortal, libre te amo:
por eso me detengo; y tú ¿qué haces?» 90[L419]

«Por volver otra vez, Cassella mío,
adonde estoy, viajo; mas ¿por qué
‑le dije‑ tantas horas te han quitado?» 93[L420]

Y él a mí: «No me hicieron injusticia, 94[L421]
si aquel que lleva cuándo y a quien quiere,
me ha negado el pasaje muchas veces; 96

de justa voluntad sale la suya:
mas desde hace tres meses ha traído
a quien quisiera entrar, sin oponerse. 99

Por lo que yo, que estaba en la marina
donde el agua del Tíber sal se hace,
benignamente fui por él llevado. 102

El vuelo a aquella desembocadura
dirigió, pues que siempre se congregan
allí los que a Aqueronte no descienden.» 105

Y yo: «Si no te quitan nuevas leyes
la memoria o el uso de los cantos
de amor, que mis deseos aquietaban, 108

con ellos te suplico que consueles
mi alma que, viniendo con mi cuerpo
a este lugar, se encuentra muy angustiada.» 111

El amor que en la mente me razona 112[L422]
entonces comenzó tan dulcemente,
que en mis adentros oigo aún la dulzura. 114

Mi maestro y yo y aquellas gentes
que estaban junto a él, tan complacidas
parecían, que en nada más pensaban. 117


El reproche de Catón - vv. 118-133

Todos pendientes y fijos estábamos
de sus notas; y el viejo venerable 119[L423]
nos gritó: «¿Qué sucede, lentas almas? 120

¿qué negligencia, qué esperar es éste?
corred al monte a echar las impurezas
que no os permiten contemplar a Dios.» 123

Como cuando al coger avena o mijo,
las palomas rodean el sustento,
quietas y sin mostrar su usado orgullo, 126

si algo sucede que las amedrenta,
súbitamente dejan la comida,
pues un mayor cuidado las asalta; 129

yo vi a aquella mesnada recién hecha
dejar el canto y escapar al monte,
como quien va y no sabe dónde acabe: 132

no fue nuestra partida menos presta.



Notas

[L415] Recordad que, según la cosmología de Dante, la montaña del Purgatorio en el hemisferio Austral que ocupan las aguas es la antípoda exacta del monte Calvario, en Jerusalén, por lo que ambas se hallan en el mismo meridiano. En el hemisferio Boreal, el de la tierra firme, Jerusalén ocupa el centro y España y la India los extremos occidental y oriental, respectivamente. La noche, pues, personificada, sale del Ganges --es decir, está anocheciendo en la India‑ con el signo de Libra, como es propio del equinoccio de primavera en el que nos encontramos. Cuando la noche «ha triunfado», es decir, en el equinoccio de otoño, «le caen» porque esta constelación no se descubre entonces por la noche.

[L416] Comienzo del Salmo CXIII, en el que se celebra la liberación de la esclavitud de Egipto.

[L417] La sorpresa de encontrar a Dante vivo en el Purgatorio hace que las almas llegadas a purgar sus culpas se entretengan indebidamente para saciar su curiosidad.

[L418] Como veremos en el v. 91, se trata de la sombra de Cassella, compositor de discutido origen toscano, que puso música a alguna de las composiciones juveniles de Dante.

[L419] No olvidemos que habla un alma, libre ahora del cuerpo tras la muerte. Con respecto a la corporalidad de las almas (antes del juicio final, en el que se reunirán con sus cuerpos verdaderos), Dante muestra muchas contradicciones a lo largo de la obra, pues si bien, como en este caso, son totalmente inmateriales, no sucede de igual manera en otras muchísimas ocasiones. (Cfr. Purgatorio, XXV, vv. 21 y ss.)

[L420] Dante pregunta a su amigo por qué si ha muerto hace mucho ha tardado tanto tiempo en venir al Purgatorio para dar comienzo a su penitencia. Cassella, como veremos, no llega a explicar claramente el porqué.

[L421] Los muertos destinados al Purgatorio se congregan en la desembocadura del Tíber; y allí deben aguardar el tiempo que Dios decida para cada caso, antes de emprender el viaje. Cassella, sin embargo, ha podido aprovecharse del jubileo que comenzó en la Navidad anterior, tras haberle sido negado el pasaje en varias ocasiones.

[L422] Comienzo de una canción del propio Dante, que él mismo comentó en Convivium, III. Fue compuesta no mucho después de 1294 y puesta en música por Cassella.

[L423] Reaparece Catón, como vigilante del Purgatorio. Su cruda reconvención a las almas distraídas nos pone sobre aviso de los peligros de los deleites sensuales en el camino de la salvación.

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