Infierno: Canto XXXIV


Círculo noveno
Aro cuarto:
Judeca: traidores a sus benefactores
Lucifer
Bocas de Lucifer:
Traidores a la majestad
Judas, Bruto, Casio
Del centro del mundo al otro hemisferio

Cuarta y última esfera del círculo noveno. Los traidores sumergidos en el hielo. El abismo de la Judeca. Aparición de Lucifer. Bajada y subida de los dos poetas. El centro de atracción de la tierra. Salida a otro hemisferio. El riveder de las estrellas.





La Judeca: los traidores de los benefactores - versos 1-15

«Vexilla regis prodeunt inferni 1[L387]
contra nosotros, mira, pues, delante
‑dijo el maestro‑ a ver si los distingues.» 3

Como cuando una espesa niebla baja,
o se oscurece ya nuestro hemisferio,
girando lejos vemos un molino, 6

una máquina tal creí ver entonces;
luego, por aquel viento, busqué abrigo
tras de mi guía, pues no hallé otra gruta. 9

Ya estaba, y con terror lo pongo en verso,
donde todas las sombras se cubrían, 11[L388]
traspareciendo como paja en vidrio: 12

Unas yacen; y están erguidas otras,
con la cabeza aquella o con las plantas;
otra, tal arco, el rostro a los pies vuelve. 15


Lucifer - vv. 16-56 

Cuando avanzamos ya lo suficiente,
que a mi maestro le plació mostrarme
la criatura que tuvo hermosa cara, 18

se me puso delante y me detuvo,
«Mira a Dite ‑diciendo‑, y mira el sitio 20[L389]
donde tendrás que armarte de valor.» 21

De cómo me quedé helado y atónito,
no lo inquieras, lector, que no lo escribo,
porque cualquier hablar poco sería. 24

Yo no morí, mas vivo no quedé:
piensa por ti, si algún ingenio tienes,
cual me puse, privado de ambas cosas. 27

El monarca del doloroso reino,
del hielo aquel sacaba el pecho afuera;
y más con un gigante me comparo, 30[L390]

que los gigantes con sus brazos hacen:
mira pues cuánto debe ser el todo
que a semejante parte corresponde. 33

Si igual de bello fue como ahora es feo,
y contra su hacedor alzó los ojos,
con razón de él nos viene cualquier luto. 36

¡Qué asombro tan enorme me produjo 37[L391]
cuando vi su cabeza con tres caras!
Una delante, que era toda roja: 39

las otras eran dos, a aquella unidas
por encima del uno y otro hombro,
y uníanse en el sitio de la cresta; 42

entre amarilla y blanca la derecha
parecía; y la izquierda era tal los que
vienen de allí donde el Nilo discurre. 45

Bajo las tres salía un gran par de alas,
tal como convenía a tanto pájaro:
velas de barco no vi nunca iguales. 48

No eran plumosas, sino de murciélago
su aspecto; y de tal forma aleteaban,
que tres vientos de aquello se movían: 51

por éstos congelábase el Cocito;
con seis ojos lloraba, y por tres barbas
corría el llanto y baba sanguinosa. 54


Judas, Bruto y Casio - vv. 57-67 

En cada boca hería con los dientes
a un pecador, como una agramadera, 56[L392]
tal que a los tres atormentaba a un tiempo. 57

Al de delante, el morder no era nada
comparado a la espalda, que a zarpazos
toda la piel habíale arrancado. 60

«Aquella alma que allí más pena sufre
‑dijo el maestro‑ es Judas Iscariote,
con la cabeza dentro y piernas fuera. 63

De los que la cabeza afuera tienen,
quien de las negras fauces cuelga es Bruto:
‑¡mirale retorcerse! ¡y nada dice!‑ 66


Descenso de los poetas a través del cuerpo de Lucifer - vv. 68-99 

Casio es el otro, de aspecto membrudo.
Mas retorna la noche, y ya es la hora
de partir, porque todo ya hemos visto.» 69

Como él lo quiso, al cuello le abracé;
y escogió el tiempo y el lugar preciso,
y, al estar ya las alas bien abiertas, 72

se sujetó de los peludos flancos:
y descendió después de pelo en pelo,
entre pelambre hirsuta y costra helada. 75

Cuando nos encontramos donde el muslo 76[L393]
se ensancha y hace gruesas las caderas,
el guía, con fatiga y con angustia, 78

la cabeza volvió hacia los zancajos,
y al pelo se agarró como quien sube,
tal que al infierno yo creí volver. 81

«Cógete bien, ya que por esta escala
‑dijo el maestro exhausto y jadeante
es preciso escapar de tantos males.» 84

Luego salió por el hueco de un risco,
y junto a éste me dejó sentado;
y puso junto a mí su pie prudente. 87

Yo alcé los ojos, y pensé mirar
a Lucifer igual que lo dejamos,
y le vi con las piernas para arriba; 90

y si desconcertado me vi entonces,
el vulgo es quien lo piensa, pues no entiende
cuál es el trago que pasado había. 93

«Ponte de pie ‑me dijo mi maestro‑:
la ruta es larga y el camino es malo,
y el sol ya cae al medio de la tercia.» 96[L394]

No era el lugar donde nos encontrábamos
pasillo de palacio, mas caverna
que poca luz y mal suelo tenía. 99


Explicación cosmológica de Virgilio - vv. 100-126 

«Antes que del abismo yo me aparte,
maestro ‑dije cuando estuve en pie‑,
por sacarme de error háblame un poco: 102

¿Dónde está el hielo?, ¿y cómo éste se encuentra
tan boca abajo, y en tan poco tiempo,
de noche a día el sol ha caminado?» 105

Y él me repuso: « Piensas todavía
que estás allí en el centro, en que agarré
el pelo del gusano que perfora 108

el mundo: allí estuviste en la bajada;
cuando yo me volví, cruzaste el punto
en que converge el peso de ambas partes: 111

y has alcanzado ya el otro hemisferio
que es contrario de aquel que la gran seca 113[L395]
recubre, en cuya cima consumido 114

fue el hombre que nació y vivió sin culpa;
tienes los pies sobre la breve esfera
que a la Judea forma la otra cara. 117[L396]

Aquí es mañana, cuando allí es de noche:
y aquél, que fue escalera con su pelo,
aún se encuentra plantado igual que antes. 120

Del cielo se arrojó por esta parte; 121[L397]
y la tierra que aquí antes se extendía,
por miedo a él, del mar hizo su velo, 123

y al hemisferio nuestro vino; y puede
que por huir dejara este vacío
eso que allí se ve, y arriba se alza.» 126


Ascenso a las antípodas del Infierno - vv. 127-139 

Un lugar hay de Belcebú alejado
tanto cuanto la cárcava se alarga,
que el sonido denota, y no la vista, 129

de un arroyuelo que hasta allí desciende 130[L398]
por el hueco de un risco, al que perfora
su curso retorcido y sin pendiente. 132

Mi guía y yo por esa oculta senda
fuimos para volver al claro mundo;
y sin preocupación de descansar, 135

subimos, él primero y yo después,
hasta que nos dejó mirar el cielo
un agujero, por el cual salimos 138

a contemplar de nuevo las estrellas. 139[L399]



Notas

[L387] Palabras de un himno religioso debido a Venanzio Fortunato (siglo IV), aquí aplicadas a las alas de Lucifer.

[L388] Se trata de la Judeca, región infernal en la que se castiga a los traidores supremos.

[L389] Dite es, siguiendo a Virgilio, el demonio (Infierno, VIII).

[L390] Los comentaristas le calculan unos mil metros (Infierno, XXXI).

[L391] Nótese el parentesco de la figura infernal que pinta Dante, con las representaciones plásticas de la época. Las tres cabezas (roja, amarilla y negra) pueden considerarse como una parodia de la Trinidad.

[L392] Los tres supremos traidores son Judas Iscariote, que vendió a Cristo y sufre por ello mayor castigo; Bruto y Casio, los asesinos de César, por lo que de nuevo encontramos la alusión a los supremos poderes, espiritual y temporal: la Iglesia y el Imperio.

[L393] Como veremos, es este el momento en que pasan del hemisferio norte al hemisferio sur, pues Lucifer ocupa el centro de la tierra, y al llegar aproximadamente a su mitad, bajando, comienza a subir desde lo más profundo del otro hemisferio.

[L394] Sobre las siete y media de la mañana.

[L395] La gran seca es la tierra, cuyo punto culminante es el Calvario.

[L396] En una esfera que se corresponde con la región infernal de la Judea.

[L397] Lucifer fue arrojado del cielo por el hemisferio austral y las tierras que allí se encontraban, por miedo a él, se retiraron hacia el boreal (donde según el pensamiento de la época, se hallaban todas). Todo el hueco que sirvió para formar el embudo del Infierno, se ha levantado en forma de la montaña del Purgatorio, justo en las antípodas del Calvario.

[L398] Como veremos en Purgatorio, XXVIII, se trata del río Leteo, que lleva hasta el Infierno las penas olvidadas de los que se purguen en la montaña.

[L399] Las tres cantigas de la Comedia concluyen con esta misma palabra: «estrellas»

No hay comentarios:

Publicar un comentario