Infierno: Canto XVII


Círculo séptimo: Violencia
Aro tercero: Violentos contra el arte
Gerión, Scrovigno, Buiamonte, descenso al octavo círculo

Descripción del monstruo Gerión, imagen del fraude. Mientras Virgilio negocia con Gerión el pasaje del abismo, Dante va a visitar el último jirón del séptimo círculo. Los usureros, o sea los violentos contra sí y contra el arte (V. canto XI). Grupo de condenados bajo una lluvia de fuego con bolsas blasonadas colgadas al cuello. Retorna Dante a donde había dejado a Virgilio. Los dos poetas descienden al octavo círculo en hombros de Gerión.




Gerión - versos 1-27

«Mira la bestia con la cola aguda, 1[L184]
que pasa montes, rompe muros y armas;
mira aquella que apesta todo el mundo.» 3

Así mi guía comenzó a decirme;
y le ordenó que se acercase al borde
donde acababa el camino de piedra. 6

Y aquella sucia imagen del engaño
se acercó, y sacó el busto y la cabeza,
mas a la orilla no trajo la cola. 9

Su cara era la cara de un buen hombre,
tan benigno tenía lo de afuera,
y de serpiente todo lo restante. 12

Garras peludas tiene en las axilas;
y en la espalda y el pecho y ambos flancos
pintados tiene ruedas y lazadas. 15

Con más color debajo y superpuesto
no hacen tapices tártaros ni turcos,
ni fue tal tela hilada por Aracne. 18[L185]

Como a veces hay lanchas en la orilla,
que parte están en agua y parte en seco;
o allá entre los glotones alemanes 21

el castor se dispone a hacer su caza,
se hallaba así la fiera detestable
al horde pétreo, que la arena ciñe. 24

Al aire toda su cola movía,
cerrando arriba la horca venenosa,
que a guisa de escorpión la punta armaba. 27


Los usureros - vv. 28-78

El guía dijo: «Es preciso torcer
nuestro camino un poco, junto a aquella
malvada bestia que está allí tendida.» 30

Y descendimos al lado derecho,
caminando diez pasos por su borde,
para evitar las llamas y la arena. 33

Y cuando ya estuvimos a su lado,
sobre la arena vi, un poco más lejos,
gente sentada al borde del abismo. 36

Aquí el maestro: «Porque toda entera
de este recinto la experiencia lleves
‑me dijo‑, ve y contempla su castigo. 39

Allí sé breve en tus razonamientos:
mientras que vuelvas hablaré con ésta,
que sus fuertes espaldas nos otorgue.» 42

Así pues por el borde de la cima
de aquel séptimo círculo yo solo
anduve, hasta llegar a los penados. 45[L186]

Ojos afuera estallaba su pena,
de aquí y de allí con la mano evitaban
tan pronto el fuego como el suelo ardiente: 48

como los perros hacen en verano,
con el hocico, con el pie, mordidos
de pulgas o de moscas o de tábanos. 51

Y después de mirar el rostro a algunos,
a los que el fuego doloroso azota,
a nadie conocí; pero me acuerdo 54

que en el cuello tenía una bolsa
con un cierto color y ciertos signos,
que parecían complacer su vista. 57

Y como yo anduviéralos mirando,
algo azulado vi en una amarilla,
que de un león tenía cara y porte. 60

Luego, siguiendo de mi vista el curso,
otra advertí como la roja sangre,
y una oca blanca más que la manteca. 63

Y uno que de una cerda azul preñada 64[L187]
señalado tenía el blanco saco,
dijo: «¿Qué andas haciendo en esta fosa? 66

Vete de aquí; y puesto que estás vivo,
sabe que mi vecino Vitaliano 68[L188]
aquí se sentará a mi lado izquierdo; 69

de Padua soy entre estos florentinos:
y las orejas me atruenan sin tasa
gritando: “¡Venga el noble caballero 72[L189]

que llenará la bolsa con tres chivos!”»
Aquí torció la boca y se sacaba
la lengua, como el buey que el belfo lame. 75

Y yo, temiendo importunar tardando
a quien de no tardar me había advertido,
atrás dejé las almas lastimadas. 78


Descenso al octavo círculo - vv. 79-136 

A mi guía encontré, que ya subido
sobre la grupa de la fiera estaba,
y me dijo: «Sé fuerte y arrojado. 81

Ahora bajamos por tal escalera:
sube delante, quiero estar en medio,
porque su cola no vaya a dañarte.» 84

Como está aquel que tiene los temblores
de la cuartana, con las uñas pálidas,
y tiembla entero viendo ya el relente, 87

me puse yo escuchando sus palabras;
pero me avergoncé con su advertencia,
que ante el buen amo el siervo se hace fuerte. 90

Encima me senté de la espaldaza:
quise decir, mas la voz no me vino
como creí: «No dejes de abrazarme.» 93

Mas aquel que otras veces me ayudara
en otras dudas, luego que monté,
me sujetó y sostuvo con sus brazos. 96

Y le dijo: «Gerión, muévete ahora:
las vueltas largas, y el bajar sea lento:
piensa en qué nueva carga estás llevando.» 99

Como la navecilla deja el puerto
detrás, detrás, así ésta se alejaba;
y luego que ya a gusto se sentía, 102

en donde el pecho, ponía la cola,
y tiesa, como anguila, la agitaba,
y con los brazos recogía el aire. 105

No creo que más grande fuese el miedo
cuando Faetón abandonó las riendas, 107[L190]
por lo que el cielo ardió, como aún parece; 108

ni cuando la cintura el pobre Ícaro
sin alas se notó, ya derretidas,
gritando el padre: «¡Mal camino llevas!»; 111

que el mío fue, cuando noté que estaba
rodeado de aire, y apagada
cualquier visión que no fuese la fiera; 114

ella nadando va lenta, muy lenta;
gira y desciende, pero yo no noto
sino el viento en el rostro y por debajo. 117

Oía a mi derecha la cascada
que hacía por encima un ruido horrible,
y abajo miro y la cabeza asomo. 120

Entonces temí aún más el precipicio,
pues fuego pude ver y escuchar llantos;
por lo que me encogí temblando entero. 123

Y vi después, que aún no lo había visto,
al bajar y girar los grandes males,
que se acercaban de diversos lados. 126

Como el halcón que asaz tiempo ha volado,
y que sin ver ni señuelo ni pájaro
hace decir al halconero: «¡Ah, baja!», 129

lento desciende tras su grácil vuelo,
en cien vueltas, y a lo lejos se pone
de su maestro, airado y desdeñoso, 132

de tal modo Gerión se posó al fondo,
al mismo pie de la cortada roca,
y descargadas nuestras dos personas, 135

se disparó como de cuerda tensa.




Notas

[L184] Gerión, monstruo con cuerpo de serpiente y rostro humano, es el símbolo del fraude según Virgilio (Eneida, VIII, 202) y otros antiguos, Gerión es un rey famoso por su crueldad, que Hércules mató en uno de sus doce trabajos.

[L185] Aracne, a quien ya veremos en Purgatorio, XII, es la famosa princesa que desafió a Atenea a medir su arte como tejedoras, y convertida en araña por la diosa ganadora (Metamorfosis, VI).

[L186] 45‑63 Se trata de los condenados por el pecado de la avaricia, a quienes describe por medio de sus escudos de armas. El poeta nos presenta en primer lugar . un miembro de la familia Cianfigliacci, güelfos de Florencia; y de los Obriachi, también florentinos.

[L187] Tal vez Reginaldo Scrovegni, de Padua, cuyo hijo encargó a Giotto los frescos de la capilla de la Arena, levantada en satisfacción de la avaricia de su padre.

[L188] Vitaliano del Bente, paduano, podestá de Vicenza en 1304.

[L189] Giovanni dei Buiamonti, florentino, como los primeros, murió en 1310, es decir, que aún lo esperan en el Infierno.

[L190] 107‑109 Faetón a Ícaro, como bien sabemos, son dos ejemplos, consagrados por la tradición, de caídas trágicas, el uno del carro del sol, que conducía, y el otro al deshacerse sus alas de cera.

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