Infierno: Canto XIX


Círculo octavo: Fraude 
Sima tercera: Simoníacos 
Papa Nicolás III 

Imprecación contra la simonía. Aro tercero del octavo círculo, donde son castigados los simoníacos. Prelados y pontífices enterrados en los antros ardientes, con excepción de los últimos, que tienen de fuera las piernas ardiendo. Suplicio del Papa Nicolás III, que espera para hundirse del todo la venida de Bonifacio VIII, y anuncio de la condenación de Clemente V. Discurso de Dante contra los simoníacos. Los dos poetas continúan su viaje infernal.




Los simoníacos - versos 1-30

¡Oh Simón Mago! Oh míseros secuaces 1[L202]
que las cosas de Dios, que de los buenos
esposas deben ser, como rapaces 3

por el oro y la plata adulteráis!
sonar debe la trompa por vosotros,
puesto que estáis en la tercera bolsa. 6

Ya estábamos en la siguiente tumba,
subidos en la parte del escollo
que cae justo en el medio de aquel foso. 9

¡Suma sabiduría! ¡Qué arte muestras
en el cielo, en la tierra y el mal mundo,
cuán justamente tu virtud repartes! 12

Yo vi, por las orillas y en el fondo,
llena la piedra lívida de hoyos,
todos redondos y de igual tamaño. 15

No los vi menos amplios ni mayores
que esos que hay en mi bello San Juan, 17[L203]
y son el sitio para los bautismos; 18

uno de los que no hace aún mucho tiempo 19[L204]
yo rompí porque en él uno se ahogaba:
sea esto seña que a todos convenza. 21

A todos les salían por la boca
de un pecador los pies, y de las piernas
hasta el muslo, y el resto estaba dentro. 24

Ambas plantas a todos les ardían;
y tan fuerte agitaban las coyundas,
que habrían destrozado soga y cuerdas. 27

Cual suele el llamear en cosas grasas
moverse por la extrema superficie,
así era allí del talón a la punta. 30


Papa Nicolás III - vv. 31-87

«Quién es, maestro, aquel que se enfurece
pataleando más que sus consortes
‑dije‑ y a quien más roja llama quema?» 33

Y él me dijo: «Si quieres que te lleve
allí por la pendiente que desciende,
él te hablará de sí y de sus pecados.» 36

Y yo: «Lo que tú quieras será bueno,
eres tú mi señor y no me aparto
de tu querer: y lo que callo sabes.» 39

Caminábamos pues el cuarto margen:
volvimos y bajamos a la izquierda
al fondo estrecho y agujereado. 42

Entonces el maestro de su lado
no me apartó, hasta vernos junto al hoyo
de aquel que se dolía con las zancas. 45

«Oh tú que tienes lo de arriba abajo,
alma triste clavada cual madero,
‑le dije yo‑, contéstame si puedes.» 48

Yo estaba como el fraile que confiesa 49[L205]
al pérfido asesino, que, ya hincado,
por retrasar su muerte le reclama. 51

Y él me gritó: «¿Ya estás aquí plantado?, 52[L206]
¿ya estás aquí plantado, Bonifacio?
En pocos años me mintió lo escrito. 54

¿Ya te cansaste de aquellas riquezas
por las que hacer engaño no temiste,
y atormentar después a tu Señora?» 57

Me quedé como aquellos que se encuentran,
por no entender lo que alguien les responde,
confundidos, y contestar no saben. 60

Dijo entonces Virgilio: «Dile pronto:
“No soy aquel, no soy aquel que piensas.”»
Yo respondí como me fue indicado. 63

Torció los pies entonces el espíritu,
luego gimiendo y con voces llorosas,
me dijo: «¿Entonces, para qué me buscas? 66

si te interesa tanto el conocerme,
que has recorrido así toda la roca,
sabe que fui investido del gran manto, 69

y en verdad fui retoño de la Osa,
y tan ansioso de engordar oseznos,
que allí el caudal, aquí yo, me he embolsado. 72

Y bajo mi cabeza están los otros
que a mí, por simonía, precedieron,
y que lo estrecho de la piedra aplasta. 75

Allí habré yo de hundirme también cuando
venga aquel que creía que tú fueses,
al hacerte la súbita pregunta. 78

Pero mis pies se abrasan ya más tiempo
y más estoy yo puesto boca abajo,
del que estarán plantados sus pies rojos, 81

pues vendrá luego de él, aún más manchado,
desde el poniente, un pastor sin entrañas,
tal que conviene que a los dos recubra. 84

Nuevo Jasón será, como nos muestra
MACABEOS, y como a aquel fue blando
su rey, así ha de hacer quien Francia rige.» 87


Discurso contra los papas simoníacos - vv. 88-133

No sé si fui yo loco en demasía,
pues que le respondí con tales versos:
«Ah, dime ahora, qué tesoros quiso 90

Nuestro Señor antes de que a San Pedro
le pusiese las llaves a su cargo?
Únicamente dijo: “Ven conmigo”; 93

ni Pedro ni los otros de Matías 94[L207]
oro ni plata, cuando sortearon
el puesto que perdió el alma traidora. 96

Quédate ahí, que estás bien castigado,
y guarda las riquezas mal cogidas,
que atrevido te hicieron contra Carlos. 99[L208]

Y si no fuera porque me lo veda
el respeto a las llaves soberanas
que fueron tuyas en la alegre vida, 102

usaría palabras aún más duras;
porque vuestra avaricia daña al mundo,
hundiendo al bueno y ensalzando al malo. 105

Pastores, os citó el evangelista, 106[L209]
cuando aquella que asienta sobre el agua
él vio prostituida con los reyes: 108

aquella que nació con siete testas,
y tuvo autoridad con sus diez cuernos,
mientras que su virtud plació al marido. 111[L210]

Os habéis hecho un Dios de oro y de plata:
y qué os separa ya de los idólatras,
sino que a ciento honráis y ellos a uno? 114

Constantino, ¡de cuánto mal fue madre, 115[L211]
no que te convirtieses, mas la dote
que por ti enriqueció al primer patriarca!» 117

Y mientras yo cantaba tales notas,
mordido por la ira o la conciencia,
con fuerza las dos piernas sacudía. 120

Yo creo que a mi guía le gustaba,
pues con rostro contento había escuchado
mis palabras sinceramente dichas. 123

Entonces me cogió con los dos brazos;
y luego de subirme hasta su pecho,
volvió a ascender la senda que bajamos. 126

No se cansó llevándome agarrado,
hasta ponerme en la cima del puente
que del cuarto hasta el quinto margen cruza. 129

Con suavidad aquí dejó la carga,
suave, en el escollo áspero y pino
que a las cabras sería mala trocha. 132

Desde ese sitio descubrí otro valle.



Notas

[L202] Simón es, según Hechos de los Apóstoles, VIII, el mago de Samaria que, una vez bautizado, quiso comprar a Pedro y Juan el don de transmitir el Espíritu Santo, con la imposición de las manos, como ellos hacían. Por él se llama «si­monía» a la compra de cargos eclesiásticos u otras cosas sagradas.

[L203] El baptisterio de Florencia estaba provisto de unos pozos donde se efectuaba antiguamente el bautismo por inmersión.

[L204] 19‑21 El hecho acaeció siendo Dante prior de Florencia, y acaso levantó algunos malévolos comentarios entre sus enemigos, acusándole de sacrilegio.

[L205] Era el suplicio llamado «propagginazione», que consistía en introducir al condenado en un hoyo que se recubría de tierra, a fin de asfixiarle; cuando se llegaba a la altura de la boca se detenían un momento para la confesión del reo.

[L206] 52‑87 Quien habla es Nicolás III Orsini, papa desde 1277 a 1280, que está esperando a Bonifacio VIII, con el cual confunde a Dante y que no llegará a empujarle más al fondo hasta 1303, siendo a su vez hundido por el francés Cle­mente V en 1314. La fama de simoníaco de este último fue proverbial en la época, y con él comenzó la residencia de los papas en Avignon y tuvo lugar la horrible persecución de los templarios por deseo de Felipe IV el Hermoso.

A sus relaciones con este rey aluden los siguientes versos, cuando compara al papa con Jasón, sumo sacerdote de los hebreos, y al rey francés con el Antioco de Si­ria, que según Macabeos (IV, 7‑26) ofreció a aquél su cargo de sacerdote a cambio de dinero.

[L207] Matías fue elegido tras la muerte de Jesús para completar el número de doce apóstoles que había dejado libre la traición y muerte de Judas (Hechos, I).

[L208] Se decía que Nicolás III había conspirado por dinero contra Carlos de Anjou, dando lugar a las famosas «Vísperas sicilianas».

[L209] Se refiere al pasaje de Apocalipsis, XVII, en que San Juan ataca a la Roma pagana y a Dante le sirve para aludir a la Iglesia corrompida de su tiempo.

[L210] De nuevo la Iglesia, pero esta vez armada con los cuernos de los Mandamientos y los siete sacramentos.

[L211] Alude Dante a la supuesta cesión que del dominio de Roma hizo Cons­tantino al papa Silvestre tras su conversión, y que se tenía como el fundamento real del poder temporal del papa. Hasta el siglo XV esta cesión fue tenida por histórica, hasta que Lorenzo Valla demostró científicamente que carecía de todo fundamento.

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