Infierno: Canto VII


Círculo cuarto: Avaricia y Prodigalidad 
Pluto, pena de los avaros y pródigos, de la fortuna 
Círculo quinto: Ira 

Cuarto círculo del infierno dantesco, presidido por Pluto. Virgilio y Pluto. La avaricia castigada. Los avaros y los pródigos hacen rodar pesadas masas con el pecho. Razonamiento de Virgilio sobre la fortuna y los agentes celestes en la tierra. Los dos poetas descienden al quinto círculo. La laguna Estigia, donde yacen sumidos en el fango los iracundos. El himno de los tristes.




Pluto - versos 1-15

«¡Papé Satán, Papé Satán aleppe!» 1[L72]
dijo Pluto con voz enronquecida;
y aquel sabio gentil que todo sabe, 3

me quiso confortar: «No te detenga
el miedo, que por mucho que pudiese
no impedirá que bajes esta roca.» 6

Luego volvióse a aquel hocico hinchado,
y dijo: «Cállate maldito lobo,
consúmete tú mismo con tu rabia. 9

No sin razón por el infierno vamos:
se quiso en lo alto allá donde Miguel
tomó venganza del soberbio estupro.» 12[L73]

Cual las velas hinchadas por el viento
revueltas caen cuando se rompe el mástil,
tal cayó a tierra la fiera cruel. 15

Los avaros y los pródigos - vv. 16-66

Así bajamos por la cuarta fosa,
entrando más en el doliente valle
que traga todo el mal del universo. 18

¡Ah justicia de Dios!, ¿quién amontona
nuevas penas y males cuales vi,
y por qué nuestra culpa así nos triza? 21

Como la ola que sobre Caribdis, 22[L74]
se destroza con la otra que se encuentra,
así viene a chocarse aquí la gente. 24

Vi aquí más gente que en las otras partes,
y desde un lado al otro, con chillidos,
haciendo rodar pesos con el pecho. 27

Entre ellos se golpean; y después
cada uno volvíase hacia atrás,
gritando «¿Por qué agarras?, ¿por qué tiras?» 30

Así giraban por el foso tétrico
de cada lado a la parte contraria,
siempre gritando el verso vergonzoso. 33

Al llegar luego todos se volvían
para otra justa, a la mitad del círculo,
y yo, que estaba casi conmovido, 36

dije: «Maestro, quiero que me expliques
quienes son éstos, y si fueron clérigos
todos los tonsurados de la izquierda.» 39

Y él a mí. «Fueron todos tan escasos
de la razón en la vida primera,
que ningún gasto hicieron con mesura. 42

Bastante claro ládranlo sus voces,
al llegar a los dos puntos del círculo
donde culpa contraria los separa. 45

Clérigos fueron los que en la cabeza
no tienen pelo, papas, cardenales,
que están bajo el poder de la avaricia.» 48

Y yo: «Maestro, entre tales sujetos
debiera yo conocer bien a algunos,
que inmundos fueron de tan grandes males.» 51

Y él repuso: «Es en vano lo que piensas:
la vida torpe que los ha ensuciado,
a cualquier conocer los hace oscuros. 54

Se han de chocar los dos eternamente;
éstos han de surgir de sus sepulcros
con el puño cerrado, y éstos, mondos; 57

mal dar y mal tener, el bello mundo
les ha quitado y puesto en esta lucha:
no empleo mas palabras en contarlo. 60

Hijo, ya puedes ver el corto aliento,
de los bienes fiados a Fortuna,
por los que así se enzarzan los humanos; 63

que todo el oro que hay bajo la luna,
y existió ya, a ninguna de estas almas
fatigadas podría dar reposo.» 66

La Fortuna - vv. 67-99

«Maestro ‑‑dije yo‑, dime ¿quién es esta
Fortuna a la que te refieres
que el bien del mundo tiene entre sus garras?» 69

Y él me repuso: «Oh locas criaturas,
qué grande es la ignorancia que os ofende; 71[L75]
quiero que tú mis palabras incorpores. 72

Aquel cuyo saber trasciendo todo,
los cielos hizo y les dio quien los mueve
tal que unas partes a otras se iluminan, 75

distribuyendo igualmente la luz;
de igual modo en las glorias mundanales
dispuso una ministra que cambiase 78

los bienes vanos cada cierto tiempo
de gente en gente y de una a la otra sangre,
aunque el seso del hombre no lo entienda; 81

por lo que imperan unos y otros caen,
siguiendo los dictámenes de aquella
que está oculta en la yerba tal serpiente. 84

Vuestro saber no puede conocerla;
y en su reino provee, juzga y dispone
cual las otras deidades en el suyo. 87

No tienen tregua nunca sus mudanzas,
necesidad la obliga a ser ligera;
y aún hay algunos que el triunfo consiguen. 90

Esta es aquella a la que ultrajan tanto,
aquellos que debieran alabarla,
y sin razón la vejan y maldicen. 93

Mas ella en su alegría nada escucha;
feliz con las primeras criaturas
mueve su esfera y alegre se goza. 96

Ahora bajemos a mayor castigo; 97[L76]
caen las estrellas que salían cuando
eché a andar, y han prohibido entretenerse.» 99[L77]


El pantano del Estige y los iracundos - vv. 100-130

Del círculo pasamos a otra orilla
sobre una fuente que hierve y rebosa
por un canal que en ella da comienzo. 102

Aquel agua era negra más que persa;
y, siguiendo sus ondas tan oscuras,
por extraño camino descendimos. 105

Hasta un pantano va, llamado Estigia, 106[L78]
este arroyuelo triste, cuando baja
al pie de la maligna cuesta gris. 108

Y yo, que por mirar estaba atento,
gente enfangada vi en aquel pantano
toda desnuda, con airado rostro. 111

No sólo con las manos se pegaban,
mas con los pies, el pecho y la cabeza,
trozo a trozo arrancando con los dientes. 114

Y el buen maestro: «Hijo, mira ahora
las almas de esos que venció la cólera,
y también quiero que por cierto tengas 117

que bajo el agua hay gente que suspira,
y al agua hacen hervir la superficie,
como dice tu vista a donde mire. 120

Desde el limo exclamaban: «Triste hicimos
el aire dulce que del sol se alegra,
llevando dentro acidioso humo: 123[L79]

tristes estamos en el negro cieno.»
Se atraviesa este himno en su gaznate,
y enteras no les salen las palabras. 126

Así dimos la vuelta al sucio pozo,
entre la escarpa seca y lo de enmedio;
mirando a quien del fango se atraganta: 129

y al fin llegamos al pie de una torre.



Notas

[L72] Renunciamos a escoger una entre las numerosísimas explicaciones dadas a las palabras de Pluto, que podemos resumir en una exclamación de rabia ante la presencia de los viajeros.

[L73] Cuando el arcángel Miguel derrotó a los demonios rebeldes.

[L74] El estrecho de Mesina, donde se hallaban las mitológicas rocas de Scila y el torbellino de Caribdis.

[L75] Porque creen que la Fortuna es la señora de los bienes terrenos, cuando únicamente su distribuidora.

[L76] Descienden al quinto círculo, que es el de los iracundos, acidiosos, soberbios y envidiosos, sumergidos en las fangosas aguas de la Estigia.

[L77] No era permitido estar en el Infierno más que una noche (Eneida, VI).

[L78] También es una referencia virgiliana. Según la antigua mitología, Esti­gia era una laguna que separaba el mundo de los vivos del reino de los muertos.

[L79] La acidia es el vicio que entristece el ánimo sin motivo.

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