Infierno: Canto XII


Círculo séptimo: Violencia
Aro primero: Violentos contra el prójimo
El Minotauro, ruinas infernales, el Flegetonte, los centauros, diversas clases de violentos contra el prójimo

La bajada del séptimo círculo. El Minotauro de Creta, guardián de los violentos. Virgilio recuerda el estado de la bajada antes de que pasase por ella Cristo a los limbos del infierno para rescatar las almas selectas. El río de sangre en que yacen sumergidos los violentos contra el prójimo y los tiranos sanguinarios, asaeteados por una legión de centauros. Los poetas siguen su camino por la margen del río sangriento conducidos por el centauro Neso, que hace la enumeración de los tiranos. El vado del río de sangre, acrecentado por las lágrimas de los condenados.





La grieta y el Minotauro - versos 1-45

Era el lugar por el que descendimos
alpestre y, por aquel que lo habitaba,
cualquier mirada hubiéralo esquivado. 3

Como son esas ruinas que al costado
de acá de Trento azota el río Adigio,
por terremoto o sin tener cimientos, 6[L120]

que de lo alto del monte, del que bajan
al llano, tan hendida está la roca
que ningún paso ofrece a quien la sube; 9

de aquel barranco igual era el descenso;
y allí en el borde de la abierta sima,
el oprobio de Creta estaba echado 12[L121]

que concebido fue en la falsa vaca;
cuando nos vio, a sí mismo se mordía,
tal como aquel que en ira se consume. 15

Mi sabio entonces le gritó: «Por suerte
piensas que viene aquí el duque de Atenas, 17[L122]
que allí en el mundo la muerte te trajo? 18

Aparta, bestia, porque éste no viene
siguiendo los consejos de tu hermana,
sino por contemplar vuestros pesares.» 21

Y como el toro se deslaza cuando
ha recibido ya el golpe de muerte,
y huir no puede, mas de aquí a allí salta, 24

así yo vi que hacía el Minotauro;
y aquel prudente gritó: «Corre al paso;
bueno es que bajes mientras se enfurece.» 27

Descendimos así por el derrumbe
de las piedras, que a veces se movían
bajo mis pies con esta nueva carga. 30

Iba pensando y díjome: «Tú piensas
tal vez en esta ruina, que vigila
la ira bestial que ahora he derrotado. 33

Has de saber que en la otra ocasión
que descendí a lo hondo del infierno,
esta roca no estaba aún desgarrada; 36

pero sí un poco antes, si bien juzgo,
de que viniese Aquel que la gran presa
quitó a Dite del círculo primero, 39[L123]

tembló el infecto valle de tal modo
que pensé que sintiese el universo
amor, por el que alguno cree que el mundo 42

muchas veces en caos vuelve a trocarse; 43[L124]
y fue entonces cuando esta vieja roca
se partió por aquí y por otros lados. 45

El Flegetonte y los Centauros - vv. 46 - 99

Mas mira el valle, pues que se aproxima
aquel río sangriento, en el cual hierve 47[L125]
aquel que con violencia al otro daña.» 48

¡Oh tú, ciega codicia, oh loca furia,
que así nos mueves en la corta vida,
y tan mal en la eterna nos sumerges! 51

Vi una amplia fosa que torcía en arco,
y que abrazaba toda la llanura,
según lo que mi guía había dicho. 54

Y por su pie corrían los centauros,
en hilera y armados de saetas, 56[L126]
como cazar solían en el mundo. 57

Viéndonos descender, se detuvieron,
y de la fila tres se separaron
con los arcos y flechas preparadas. 60

Y uno gritó de lejos: «¿A qué pena
venís vosotros bajando la cuesta?
Decidlo desde allí, o si no disparo.» 63

«La respuesta ‑le dijo mi maestro-
daremos a Quirón cuando esté cerca:
tu voluntad fue siempre impetuosa.» 66

Después me tocó, y dijo: «Aquel es Neso, 67[L127]
que murió por la bella Deyanira,
contra sí mismo tomó la venganza. 69

Y aquel del medio que al pecho se mira,
el gran Quirón, que fue el ayo de Aquiles; 71[L128]
y el otro es Folo, el que habló tan airado. 72[L129]

Van a millares rodeando el foso,
flechando a aquellas almas que abandonan
la sangre, más que su culpa permite.» 75

Nos acercamos a las raudas fieras:
Quirón cogió una flecha, y con la punta,
de la mejilla retiró la barba. 78

Cuando hubo descubierto la gran boca,
dijo a sus compañeros; «¿No os dais cuenta
que el de detrás remueve lo que pisa? 81

No lo suelen hacer los pies que han muerto.»
Y mi buen guía, llegándole al pecho,
donde sus dos naturas se entremezclan, 84

respondió: «Está bien vivo, y a él tan sólo
debo enseñarle el tenebroso valle:
necesidad le trae, no complacencia. 87

Alguien cesó de cantar Aleluya,
y ésta nueva tarea me ha encargado:
él no es ladrón ni yo alma condenada. 90

Mas por esta virtud por la cual muevo
los pasos por camino tan salvaje,
danos alguno que nos acompañe, 93

que nos muestre por dónde se vadea,
y que a éste lleve encima de su grupa,
pues no es alma que viaje por el aire.» 96

Quirón se volvió atrás a la derecha,
y dijo a Neso: «Vuelve y dales guía,
y hazles pasar si otro grupo se encuentran.» 99

Los violentos contra el prójimo - vv. 100-139

Y nos marchamos con tan fiel escolta
por la ribera del bullir rojizo,
donde mucho gritaban los que hervían. 102

Gente vi sumergida hasta las cejas,
y el gran centauro dijo: « Son tiranos
que vivieron de sangre y de rapiña: 105

lloran aquí sus daños despiadados;
está Alejandro, y el feroz Dionisio  107[L130]
que a Sicilia causó tiempos penosos. 108

Y aquella frente de tan negro pelo,
es Azolino; y aquel otro rubio, 110[L131]
es Opizzo de Este, que de veras 111[L132]

fue muerto por su hijastro allá en el mundo.»
Me volví hacia el poeta y él me dijo:
«Ahora éste es el primero, y yo el segundo.»  114[L133]

Al poco rato se fijó el Centauro
en unas gentes, que hasta la garganta
parecían, salir del hervidero. 117

Díjonos de una sombra ya apartada:
«En la casa de Dios aquél hirió ‑ 119[L134]
el corazón que al Támesis chorrea.» 120

Luego vi gentes que sacaban fuera
del río la cabeza, y hasta el pecho;
y yo reconocí a bastantes de ellos. 123

Así iba descendiendo poco a poco
aquella sangre que los pies cocía,
y por allí pasamos aquel foso. 126

«Así como tú ves que de esta parte
el hervidero siempre va bajando,
‑dijo el centauro‑ quiero que conozcas 129

que por la otra más y más aumenta
su fondo, hasta que al fin llega hasta el sitio
en donde están gimiendo los tiranos. 132

La divina justicia aquí castiga
a aquel Atila azote de la tierra 134[L135]
y a Pirro y Sexto; y para siempre ordeña 135[L136]

las lágrimas, que arrancan los hervores,
a Rinier de Corneto, a Rinier Pazzo 137[L137]
qué en los caminos tanta guerra hicieron.» 138

Volvióse luego y franqueó aquel vado.



Notas

[L120] Dante parece referirse a una región entre Verona y Trento llamada Slavini di Marco, para describir la pendiente entre el sexto y el séptimo círculo.

[L121] El Minotauro, que concibió Pasifae, mujer de Minos, rey de Creta, de un toro del que se había enamorado por instigación de Neptuno, para lo cual hizo que el arquitecto Dédalo le fabricase una vaca artificial.

[L122] El Duque de Atenas es Teseo, que mató al Minotauro encerrado en el laberinto, gracias a la ayuda de la princesa Ariadna, poniendo así fin al tributo humano que los atenienses debían pagar al rey de Creta.

[L123] Esta ruina se produjo cuando Cristo murió y, según Mateo, XXVII, 51, tembló la tierra. La gran presa alude a la posterior bajada de Cristo a los infiernos ya comentada en Infierno, IV. Virgilio, en efecto, en su primer viaje, pudo ver aún intacto este lugar.

[L124] Virgilio sigue aquí la doctrina de Empédocles que sostenía que el cosmos se mantenía por la discordia de los cuatro elementos, y que el amor entre ellos los llevaría a mezclarse y regresar al caos primigenio. Virgilio creyó que aquel terremoto pudiera ser la vuelta a dicho caos.

[L125] Se trata del río Flegetonte, que ya había descrito Virgilio en la Eneida.

[L126] Los centauros, con su doble naturaleza humana y equina, representan las fuerzas de la violencia ciega, al igual que Minotauro.

[L127] Neso se enamoró de Deyanira, esposa de Hércules, a la que ayudaba a vadear un río sobre su grupa, a intentó violarla, por lo cual Hércules lo mató con sus flechas.

[L128] Quirón no era hermano del resto de los centauros y fue maestro y educador de Aquiles y otros héroes griegos. Destacaba entre los otros por su sabiduría y prudencia.

[L129] Folo fue uno de los centauros que intentaron violar a las mujeres de los lapitas en las bodas de Piritoo a Hipodamia.

[L130] Alejandro de Macedonia, o acaso Alejandro, tirano de Fero, en Tesalia (siglo IV a.C). El otro tirano es Dionisio el Viejo, tirano de Siracusa (431-­367 a.C.)

[L131] Ezzelino III da Romano (ll94‑1259), señor de Verona, Padua y Vicen­za, fue durante muchos años tirano en la Marca de Treviso y fue el principal sostenedor de la causa gibelina en el norte de Italia.

[L132] Obiao II de Este, señor de Ferrara, fue muerto al parecer por su hijo bastardo Azo VII.

[L133] En este círculo Virgilio aconseja a Dante que escuche las palabras del centauro que le serán de más provecho que las suyas.

[L134] Guido de Monforte mató en una iglesia de Viterbo a Enrique, sobrino que dio del rey Eduardo I de Inglaterra, para vengar la muerte injusta que este último fue había dado a su padre. El corazón del príncipe fue trasladado a su patria y colocado en una copa que sostenía una estatua en la abadía de Westminster. El hecho ocurrió en 1271 y Guido murió prisionero en Sicilia dieciséis años después.

[L135] Atila es, por supuesto, «El Azote de Dios»; jefe de los hunos, muerto en 453.

[L136] Pirro es acaso un hijo de Aquiles de quien habla Virgilio en Eneida, II que dió muerte a Polixena, hija de Hécuba, sobre la tumba de su padre. Sexto hijo de Pompeyo, que manchó con su crueldad la memoria respetada de su padre.

[L137] Raniero de Cornetto y Ranier Paso fueron dos nobles de baja condición que se dedicaron al bandidaje en la Toscana.

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